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Qué duro es hacer (y vender) vino en el país del vodka!



Desventuras de Roman My¶liwiec

Roman Mysliwiec, en su viña
Roman Mysliwiec, en su viña. AFP
Seyval blanc, bianca, moscatel de Odessa o rondo son las castas de las uvas de las que se obtienen los vinos producidos por Roman Mysliwiec, un viticultor polaco empeñado en lanzarse a la comercialización de un vino nacional en el país del vodka. A sus 55 años, Mysliwiec, nativo de la región de Jaslo, fronteriza con Eslovaquia y Ucrania, extrae unos 3.000 litros de vino de las cepas que tiene repartidas en las 2 hectáreas de tierra de su viñedo, Golesz, nombre de un castillo del sudeste polaco. "Estamos a 50 kilómetros de la frontera eslovaca y a 100, en línea recta, ya hay viñas", explica. De ahí que esté convencido de que Polonia también puede hacer lo mismo. Y eso que reconoce que, "según la teoría del vino, este producto sólo es rentable hasta el paralelo 50 y, en Polonia, dicho paralelo pasa justamente al sur de Cracovia".

Pero Roman está luchando contra esta teoría con "la introducción de nuevas cepas más resistentes". Y a eso se dedica desde hace más de 20 años, fecha de sus primeras plantaciones de cepas con el concurso de los investigadores de la ex Unión Soviética, Moldavia y Canadá.

"Aquí, en Polonia, el otoño es muy húmedo y las heladas, en el invierno, matan las cepas", explica. Pero hay castas que resisten condiciones climáticas duras en otros países. Para comprobarlo, testó más de 300, procedentes esencialmente de la Europa del Este, pero también de lo que él llama "la cepa primitiva americana".

Ya en la Polonia del siglo XI los monjes benedictinos y cistercienses produjeron vino, sobre todo en la región de Zielona Gora, en el oeste, donde de hecho hay un museo del vino. Pero el arte de la viticultura no se propagó por el país porque la tradición polaca se asiente más bien sobre el vodka o sobre los alcoholes perfumados con miel.

Pero, desde hace algunos años, muchos polacos que van a la vendimia al extranjero intentan producir vino en su propio país. Son los principales clientes de Mysliwiec, que vive de la venta de cepas para producir uvas o vino y ha contribuido, junto a otros compatriotas apasionados por la viticultura, a la creación de una academia especializada en viticultura en Cracovia.

De hecho, las cepas de estos polacos apasionados del vino ya les han permitido la producción del preciado elixir. Eso sí, en pequeñas cantidades y en diversas regiones del país. Tanto en Lublin (este), como en Wroclaw (oeste), pero también en Kazimierz Dolny, a un centenar de kilómetros al sur de Varsovia.

Mysliwiec es un viticultor muy conocido en Polonia, pero, a pesar de todo, no puede comercializar su vino ni, por lo tanto, aumentar su producción, porque el país no cuenta con una legislación al respecto.

"Este vacío jurídico hace muy difícil, por no decir imposible, la comercialización de vinos producidos en Polonia, por falta de procedimientos definidos de control sanitario", confirma el diputado liberal Bogdan Zdrojewski, promotor de un proyecto de ley para solucionar este problema. Un proyecto que reposa, desde la pasada primavera, en las dependencias del ministerio de Agricultura polaco.

Según Zdrojewski, la futura ley "debe definir, en primer lugar, los deberes recíprocos de los productores y de los poderes públicos, montar laboratorios de análisis para controlar los vinos y precisar las modalidades de almacenamiento y distribución".

"Con unas condiciones climáticas parecidas a las de Alemania, Polonia tiene muchas oportunidades de producir vinos blancos de buena calidad. Los vinos tintos son más difíciles", subraya el diputado, a pesar de que el producido por Roman Mysliwiec deja en al boca un sabor a madera y frambuesa.

Beatrice Khadige
AFP
www.elmundo.es


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